martes, abril 03, 2018

Abundancia

Que abunden en ustedes la gracia y la paz por medio del conocimiento que tienen de Dios y de Jesús nuestro Señor (2 Pedro 1:2)

¿Quién no desea más gracia y paz?

El diccionario de la RAE enfatiza lo agradable de estos conceptos. Gracia es “Don o favor que se hace sin merecimiento particular; concesión gratuita; perdón o indulto.” Imagínese ante un juez y un jurado, al estilo de las películas americanas, todo en un entorno imponente. Imagínese a usted mismo, en el sitio dispuesto para el acusado, con la cabeza baja, escuchando al fiscal enumerar sus muchas faltas: mentiras, abusos de confianza, manipulación de la información, adicciones, etc. Y tiene en su conciencia que todo es cierto, no tiene coartadas o argumento alguno ante tal abundancia de evidencias.

Llega el momento temido en que el juez le pregunta directamente: “¿Cómo se declara el acusado?” Y Usted con la cara ardiendo de vergüenza contesta: “¡Culpable, Su Señoría!” Llega entonces el momento de la sentencia y está esperando escuchar lo peor de labios del juez. Este hace sonar su martillo (¿no le parece extraordinario el uso del martillo? Podían haber usado una campana, un timbre, un cuerno, música de expectación, en fin… escogieron un martillo de madera). Y al hacerse el silencio el juez dicta sentencia: “No hay dudas de la culpabilidad del acusado, pero por amor a mi hijo, quien está rescatando al acusado, este queda en libertad, sin condena alguna. Se levanta la sesión.” Eso es Gracia con G mayúscula.

Además, según el diccionario RAE: “Paz es sentimiento de armonía interior que reciben de Dios los creyentes.” De nuevo, ¿quién no desea más gracia y paz? Nótese que Pedro no está deseando, a quienes escribe, abundancia de pan o de cosas materiales, sino de gracia y paz.

El problema es que muchas veces los cristianos, aunque desean más de la gracia y la paz de Dios, no están dispuestos a pasar más tiempo en la Palabra de Dios y en la oración, como dice la continuación del versículo: “Por medio del conocimiento…” Dios de entrada nos da gracia y paz de a gratis, pero pone la abundancia de ellas a cambio de un pequeño esfuerzo de nuestra parte: lectura de la Palabra y oración.

La abundancia que vale la pena está a nuestro alcance.

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