domingo, marzo 25, 2018

Tesón

“Y ahora tengan en cuenta que voy a Jerusalén obligado por el Espíritu, sin saber lo que allí me espera. Lo único que sé es que en todas las ciudades el Espíritu Santo me asegura que me esperan prisiones y sufrimientos. Sin embargo, considero que mi vida carece de valor para mí mismo, con tal de que termine mi carrera y lleve a cabo el servicio que me ha encomendado el Señor Jesús, que es el de dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios” (Hechos 20:22-24).

En el contexto de esta cita, Pablo estaba por emprender un viaje a Jerusalén y eventualmente de allí iría a prisión a Roma. Sus amigos de Éfeso le rogaban que no fuera. Evidentemente sospechaban, con tantas personas opuestas a su ministerio en favor del Evangelio, que Pablo corría peligro.

Pablo bien podía haberlos escuchado. Éfeso era una región influyente y desde ahí podía continuar su ministerio en forma cómoda y segura. Sus palabras son un tesoro que ejemplifica el tesón (Decisión y perseverancia que se ponen en la consecución de algo, según la definición del diccionario) a la perfección.

Sabiendo que le esperaban prisiones y sufrimientos… insistió en ir.

Puso en una balanza imaginaria, por un lado, su vida y del otro el dar testimonio del evangelio y no dejó lugar a dudas cuál fue el veredicto: mi vida carece de valor para mí mismo. Era más importante llevar a cabo el servicio encomendado por el Señor Jesús.

¿Y nosotros? ¿Nos acobardamos ante los riesgos? ¿Ignoramos el llamado? ¿Nos distraemos con actividades superficiales e intrascendentes? Reflexionemos que, en el gran panorama de la vida eterna, lo realmente importante es… dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios.

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