viernes, marzo 20, 2015

Lección de Humildad

James Ryle contaba una historia sobre un pájaro canadiense que quiso ser original y no viajar al sur durante el invierno. Las demás aves lo tildaron de a loco y abandonándolo, emigraron al sur. El pájaro de la historia al principio disfrutó de los días sin lo cansado de viajar, pero pronto llegó el frío fuerte y comprendió su error. Antes de congelarse comenzó a viajar al sur, pero como había comenzado demasiado tarde el viaje, solo alcanzó a llegar a Montana en los Estados Unidos cuando el frío lo paralizó y cayó casi congelado en una granja.

Una vaca de la granja, sin siquiera darse cuenta del pájaro moribundo, atinó a defecar encima de él. El pájaro moribundo solo pudo pensar que era lo último que le faltaba, que una vaca depositara sus residuos sobre él y deseó morirse. Sin embargo, la suciedad de la vaca le elevó la temperatura y lo protegió del frío, así que salvó su vida.

Por supuesto que no parece una anécdota muy pulcra, pero tiene una moraleja muy potente. Hay ocasiones que creemos que los demás nos hacen daño, nos maltratan, nos dan lo peor de sí mismos y nos hacen sentir terrible. Casi como si “defecaran” sobre nosotros. Pero vean cómo Dios cambió el mal olor en un beneficio para el pobre pajarito necio. Así Dios transforma las acciones que creemos nos hacen mal, en bien. No nos lo parece al principio, pero si somos capaces de reflexionar sobre el pasado, veremos que esto es cierto una y otra vez.

Si Dios cuida de un pobre pajarito necio (de una forma peculiar, cierto, pero implicando con ello una lección de humildad), ¡cuánto más de sus hijos!

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